La presión social: el gran engaño
Muchas veces, como papás, cedemos a la presión social:
- “Todos tienen celular.”
- “Ahí hacen los planes.”
- “Por esa app hacen la tarea.”
- “Es lo que está de moda entre los chavos.”
- “Sería el único sin tenerlo.”
- “Lo van a excluir.”
Y detrás de estos argumentos terminamos exponiendo a nuestros hijos a un mundo digital para el que no están listos.
Si a los 18 años aún nos cuesta decidir qué queremos estudiar, ¿por qué esperamos que a los 12, 13 o 14 un niño tenga la madurez para manejar un dispositivo con acceso a internet de forma adecuada?
El riesgo real
Todo dispositivo conectado a internet es una puerta abierta:
- A conversaciones con desconocidos.
- A enviar o recibir fotos inapropiadas.
- A comentarios impulsivos que no se borran.
- A equivocaciones que pueden marcar su vida para siempre.
Y justo en secundaria, la edad más común para recibir un celular, es cuando son más vulnerables: toman decisiones impulsivas, buscan pertenecer y aún no tienen la madurez neurológica para medir consecuencias.
La simbología del cuchillo
Dar a un niño un smartphone con internet sin supervisión es como darle un cuchillo filoso:
- Sirve para cortar y cocinar, pero jamás dejarías que tu hijo lo lleve a la escuela, a dormir o a jugar con sus amigos.
- ¿Por qué? Porque tienes clarísimo el riesgo y sabes que necesita aprendizaje gradual.
Con la tecnología debería ser igual: enseñar poco a poco, acompañar, supervisar. Pero en lugar de eso, muchas veces cedemos de golpe a la presión de “todos lo tienen”.
El resultado es casi seguro: un accidente, una mala decisión, una exposición peligrosa.
La incoherencia como papás
En el mundo real los sobreprotegemos:
- Les resolvemos la vida.
- Les damos casi todo con solo estirar la mano.
- Les ponemos chips de localización.
- No saben caminar solos por la calle ni comprar en una tienda sin supervisión.
- Si tienen problemas con amigos, ahí estamos los papás metidos.
- Si no los invitan, nosotros los invitamos por ellos.
- Si están aburridos, nos convertimos en sus entretenedores.
Pero en el mundo digital —donde los riesgos son mucho mayores— los dejamos expuestos. Nos hacemos a un lado porque también nosotros lo desconocemos o estamos enganchados.
Un llamado claro
Papás: es preferible que tu hijo se pierda un plan social hoy, a que cargue de por vida con un error digital.
Así como no dudarías en quitarle un cuchillo, tampoco dudes en limitar el acceso a un smartphone con internet.
- Empieza con un teléfono básico para llamadas.
- Enséñales a comunicarse cara a cara, a hablar por teléfono, a resolver por sí mismos.
- Gradúa el acceso paso a paso, como hiciste cuando les enseñaste a cortar con un cuchillo, con cuidado.
La decisión está en tus manos
La tecnología puede ser una herramienta poderosa o un arma de doble filo.
La diferencia está en cómo y cuándo la introduces en la vida de tus hijos.
Protege primero, enseña después. La pertenencia nunca debe estar por encima de la seguridad y la conciencia.





