¿Estamos listos para la generación digital?
Como papás nos enfrentamos a un reto histórico: nuestros hijos y nosotros somos el experimento de este mundo tecnológico.
Muchas veces, por presión social o por miedo a que nuestros hijos “se queden fuera del plan”, les damos dispositivos inteligentes sin dimensionar lo que implica para su desarrollo. Pero la verdad es que un niño de primaria o secundaria no está listo para manejar un smartphone.
Dar un celular inteligente a un niño es como darle un arma letal y esperar que nunca se tiente a usarla. Sabemos que la madurez no llega solo porque “todos sus amigos lo tienen”.
La corresponsabilidad de los padres
No olvidemos que los dueños legales del dispositivo somos nosotros.
- Cuando “hackeamos” el sistema para activar apps,
- o inventamos una edad para que pueda entrar a un juego o red social…
Estamos infringiendo la ley y, sobre todo, dando un mensaje contradictorio a nuestros hijos: que romper reglas está bien.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
En un mundo hiperconectado, la solución no es cortar la comunicación, sino educarla y acompañarla.
Una alternativa son los “dumb phones” (teléfonos básicos), como los llama Jonathan Haidt autor de “The Anxious Generation”:
- Permiten comunicarse contigo.
- Tienen llamadas y mensajes.
- Mantienen el vínculo familiar.
- Evitan la exposición a riesgos digitales innecesarios.
El problema no es el teléfono… el verdadero riesgo es el acceso ilimitado a internet.
Papás, abramos los ojos. La tecnología no es mala, pero necesita límites, conciencia y acompañamiento. Nuestros hijos merecen protección y guía, no una libertad que todavía no están preparados para manejar.





