¿Cómo sería la infancia de nuestros hijos si fuera como la nuestra?
Muchos de nosotros nos lo hemos preguntado. Últimamente abundan videos y publicaciones que comparan la niñez de los 80’s y 90’s con la de hoy. Y sí, inevitablemente nos llevan a esa nostalgia: a la bici en la calle, a los juegos sin pantallas, al aburrimiento creativo.
Pero esta reflexión no busca idealizar el pasado ni afirmar que “todo tiempo anterior fue mejor”. Cada época tiene su propio equilibrio posible. El problema no está en el avance del tiempo, sino en cómo estamos enfrentando el cambio.
La tecnología nos tomó por sorpresa
La tecnología creció a pasos agigantados y nos encontró sin preparación. No hubo un manual. No hubo tiempo para entenderla antes de usarla.
El problema no es la tecnología en sí. El problema es la falta de equilibrio y consciencia con la que la usamos.
Hemos dejado que los creadores de tecnología y los algoritmos decidan por nosotros, sin darnos cuenta de cuánto influyen en nuestras rutinas, emociones y relaciones.
No se trata de satanizar, sino de entender
La tecnología también nos ha regalado grandes cosas:
- Comunicación inmediata con nuestros seres queridos.
- Avances académicos y científicos.
- Herramientas de trabajo que facilitan la vida.
Por eso, no se trata de prohibir ni de volver al pasado, sino de encontrar el equilibrio entre conexión y desconexión.
Tan importante es disfrutar un picnic sin pantallas como aprovechar los beneficios de la conexión digital.
El verdadero reto: conocer para elegir
La clave está en informarnos y recuperar el control.
Conocer cómo funciona la tecnología, entender sus riesgos, decidir cuándo y cómo queremos que forme parte de nuestra vida y de la de nuestros hijos.
Porque cuando no la conocemos, otros deciden por nosotros.
Y si dejamos que los creadores de contenido o las plataformas controlen nuestros hábitos, dejamos también que controlen nuestras emociones, nuestro tiempo y nuestra atención.
Nuestro papel como padres
No se trata de anhelar una infancia que ya pasó, sino de construir una infancia sana en la era digital actual.
Nuestros hijos no necesitan volver al pasado; necesitan adultos informados, presentes y conscientes que les enseñen a navegar el presente con criterio.
El equilibrio perfecto no es regresar atrás, sino avanzar con información y responsabilidad.
No dejemos que la tecnología nos domine: aprendamos a usarla para el bien, a su tiempo y con sentido.





