Muchas familias me preguntan:
“¿Cómo ayudar a nuestr@s hij@s a prepararse poco a poco para ir tomando más responsabilidad con el tema de las pantallas?”
“¿Qué nos recomiendas hacer como papás para modelar un buen ejemplo en relación con el uso de pantallas?”
Y me hicieron reflexionar… por eso quise compartir esto con ustedes:
1. De la prohibición a la educación
Prohibir no es el camino. La clave está en enseñar, acompañar e informar. Muchos papás decimos “no soy tecnológico”, y ese desinterés se vuelve una de las principales barreras.
Nuestros hijos necesitan saber que no somos ajenos a este mundo, que lo entendemos y sabemos manejarlo.
Aun si no lo dominamos, podemos “actuarlo”: mostrarnos curiosos, informados y dispuestos a aprender.
Es fundamental que ellos nos busquen a nosotros cuando tengan dudas sobre tecnología… y no al revés.
2. El ejemplo empieza en nosotros
Nuestros hijos aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan.
Si nos ven todo el día con el celular en la mano, oyendo “espérame tantito”, el mensaje que reciben es claro: el dispositivo es más importante que ellos.
La enseñanza comienza con nuestro propio autocontrol:
dejar el teléfono, mirarlos, escucharlos y demostrar que somos capaces de desconectarnos.
Así les enseñamos que la atención, la presencia y la conversación valen más que cualquier pantalla.
3. Enseñar con información, no con miedo
La educación digital debe construirse desde la confianza y la comunicación, no desde la prohibición.
En casa usamos pantallas —televisión inteligente, iPads en viajes, plataformas de streaming—, pero siempre con propósito, supervisión y conversación.
Cuando terminan de usarlas, suelo preguntar:
“¿Te diste cuenta que después de usarlo mucho rato te pones más irritable o te aburres más rápido?”
Así aprenden a autorregularse y a reconocer cómo las pantallas influyen en su estado emocional.
También aprovecho para reflexionar:
“Si hubieras estado en el iPad, ¿habrías hecho este proyecto tan creativo?”
4. Construir criterio poco a poco
Los controles parentales no son castigo, son herramientas educativas.
Voy ajustando el nivel de edad en plataformas como Netflix o Disney+, y siempre lo conversamos:
“Confío en ti, pero esta película la vemos junt@s. Si dudas, pregúntame.”
Con el tiempo, ell@s aprenden a decidir:
“Esa película no es para mis herman@s.”
“Vi algo que siento que mi cerebro no estaba listo para ver.”
Eso es responsabilidad digital: saber reconocer lo que les incomoda y pedir acompañamiento.
5. Introducir redes y contenido con guía
Cuando quieren explorar apps como TikTok, lo hacemos en mi celular, con una cuenta privada y sin publicar nada.
Observamos, analizamos y hablamos de lo que ven:
“¿Por qué te gustaría hacer este video?”
“¿Qué tipo de contenido te gustaría compartir algún día?”
También, cuando toman fotos, les pregunto:
“¿Esta imagen la subirías a internet? ¿Por qué sí o por qué no?”
Así entienden que todo lo que se publica deja huella y que cada clic tiene consecuencia.
6. Lo más importante: confianza y conversación constante
Más que controlar, se trata de acompañar.
El objetivo es que aprendan a tomar decisiones con criterio antes de tener independencia total en el mundo digital.
Ese criterio no se impone: se construye con presencia, escucha y coherencia.
En resumen:
1. Informarnos como papás para no ser ajenos a su mundo digital.
2. Modelar autocontrol y tiempos de desconexión.
3. Usar la tecnología con propósito y diálogo.
4. Confiar y acompañar, no solo limitar.
No se trata de criar hijos sin pantallas, sino de criar hijos con conciencia.
Acompañarlos en este proceso es la mejor herramienta para que aprendan a vivir en un mundo conectado… sin perder la conexión más importante: la humana.





